jueves, 30 de junio de 2011

LA INTELIGENCIA EMOCIONAL ( IV )

4.- GESTIÓN DE NUESTROS SENTIMIENTOS INTERNOS EN LA PRÁCRICA:

Hemos tenido una mañana horrible en el trabajo, una línea de producción se ha estropeado, avisas al servicio técnico y les aprietas para que la pongan en marcha cuanto antes, pues necesitas el producto si o si. El servicio técnico, la ha rota más intentando arreglarlo, no se podrá servir el producto a nuestro mejor cliente. Para no perder tiempo has ido a comer al Frankfurt de la esquina y se te ha caído el Ketchup por encima, manchando la camisa, la corbata y el traje. Has tenido que ir con “la medalla” puesta a darle explicaciones a tu cliente por la tarde, y con las prisas no has visto un coche en la rotonda y has tenido un accidente. Por suerte has podido seguir (después de hacer un parte amistoso y perder media hora). El cliente no te recibe hasta última hora. Te vas luego directo a casa, dejando tirado a tu compañero en la final del torneo de tenis del club. Llegas a casa tarde y malhumorado, y al verte, tu hijo de 5 años viene corriendo a darte un abrazo y golpea la pata de la mesita de la entrada sin querer. El jarrón japonés se tumba, rueda por la mesa, llega el extremo, y tú, al intentar cogerlo, te golpeas la cabeza con la esquina de la estantería, das un grito de dolor, y el jarrón se te escapa de las manos, cae al suelo y se rompe en mil pedazos…

¿Qué pasará después?

Probablemente tu hijo pagará las consecuencias de tu maravilloso día. Y eso que odiabas el jarrón Japonés que te regaló tu suegra…

Un día malo lo tiene cualquiera, todos nos hemos llevado broncas desproporcionadas; y por eso sabemos que no son nada productivas, y probablemente luego nos arrepentiremos de haberlo hecho. Si hubiéramos gestionado los sentimientos que llevábamos dentro antes de entrar en casa, o a medida que éstos iban apareciendo, se podría haber zanjado el tema del jarrón japonés con un “no pasa nada hijo, ha sido un accidente, ahora lo recogemos y ya está. Seguro que la próxima vez vas con mas cuidado ¿a que si?”

¿Cómo gestionamos pues esos sentimientos?

Analicemos primero los sentimientos que llevamos dentro:

  1. Enfado con el director de producción por dejarlo todo para última hora.
  2. Frustración por no haber podido arreglar la línea con el servicio técnico.
  3. Victimismo por ser tan inoportuna la mancha de Ketchup.
  4. Más enfado contigo mismo por haber chafado el coche.
  5. Enfado con el cliente por no haberte recibido antes.
  6. Más  enfado contigo mismo por haberte perdido la final del torneo.
  7. Cansancio físico y mucho estrés acumulado durante todo el día.

No está mal para un día.

Antes de entrar en casa, en el coche por ejemplo, respiraremos hondo tres veces (o más) para relajar el ambiente.
Programaremos los pasos a seguir mañana para resolver el problema de forma lógica y ordenada. Buscamos soluciones racionales y no impulsivas:

A primera hora hablar con el servicio técnico, evaluar los daños y programar la reparación, y luego hablar con el responsable de Producción para que, con el tiempo de reparación previsto, te dé un nuevo plazo, y poder comunicárselo al cliente. Ver que todo lo necesario para la Producción esta en marcha, y vemos cómo afecta esto a la producción programada que se verá retrasada. Realizamos un plan de actuación.

Iremos a comer tranquilamente con el jefe, para darle una explicación de lo que ha pasado y de cómo se está solucionando. No daremos excusas ni intentaremos esconder nada, porque perderemos toda nuestra credibilidad y confianza. Al final todo se sabe. Asumimos las culpas y las consecuencias, siendo francos e íntegros. Y, si decidimos mencionar que Producción lo deja todo para el último momento, lo haremos cómo si fuera un problema nuestro, no implicándoles en el problema.

Una manera de hacerlo sería: “Supongo que me he puesto nervioso al ver que se apuraba la producción hasta el último momento. Me cuesta no estresarme y confiar en producción cuando estamos a punto de cumplir los plazos y no tenemos el producto. Ya miraré de controlarme mejor, y hablaré con ellos para ver si pueden no apurar tanto las fabricaciones.”

Por la tarde supervisaremos la reparación y la puesta en marcha. Y más adelante nos miraremos cómo se podría haber evitado. Tomaremos las riendas que sin duda hemos perdido durante el día.

Lo del coche y las manchas, te están bien empleadas, por haber gestionado tan mal tu estrés, así que asume que has cometido un error, aprende de él, y deberás solucionarlo, pero no hace falta que sea de inmediato, así que dejas para pasado mañana el llevar el traje a la tintorería, y la semana que viene llevaras el coche al taller.

Bien, mentalmente hemos solucionado el problema, por lo que el estrés seguramente habrá disminuido considerablemente, y nuestro enfado será indudablemente menor. Asumiendo la situación, desaparece el victimismo, y seguimos disminuyendo el enfado.

El cansancio físico se arregla durmiendo bien ésta noche. Cómo habremos hecho todo lo anterior, nos será más fácil conciliar el sueño. Cómo ya está todo solucionado mentalmente, nos centraremos en pensamientos diferentes y más positivos, o hablaremos un rato con nuestra pareja de algún tema que nos ayude a relajarnos y que nos motive. Seguiremos relajando el ambiente.

Con la práctica, aprenderás a reconocer los sentimientos que se generan dentro de ti, y a manipularlos a tu conveniencia. Piensa que tus sentimientos son sólo tuyos, y nadie mejor que tú puede conocerlos, así que te invito a experimentar con ellos, y a intentar manipularlos todo lo que puedas, para lo bueno y para lo malo, así te conocerás mejor, y podrás “manipularte” más fácilmente a tu conveniencia.

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