martes, 31 de mayo de 2011

LA INTELIGENCIA EMOCIONAL ( III )

3.- GESTION DE NUESTROS SENTIMIENTOS INTERNOS:

Si conocemos nuestros sentimientos, podemos manipularnos internamente para modificarlos a nuestra voluntad.

Una prueba muy común son los ánimos que nos damos nosotros mismos cuando practicamos deporte. Si salimos a correr un rato, y mientras lo hacemos nos vamos diciendo “venga, vamos, que puedes dar un poco más, un poco más rápido, quedan sólo dos kilómetros…” nuestro estado de ánimo es bueno, y conseguimos mantener el ritmo.

Si por el contrario empiezas a decirte “no puedo más, esto es inaguantable, me va a salir el corazón por la boca, que estoy haciendo aquí si podría estar en el sofá con una cerveza y viendo el futbol...” nuestro ánimo decaerá pronto, nuestro cuerpo no responderá, y dejaremos de darlo todo.

Con el resto de sentimientos se puede hacer lo mismo. Podemos manipularlos a nuestra conveniencia para dar siempre lo mejor de nosotros mismos. Y lo mejor, es que también podemos hacerlo con los sentimientos ajenos.

¿Cómo podemos hacerlo?

La forma más directa de aumentar un sentimiento positivo (o negativo si queremos), es visualizando el resultado, y sobretodo disfrutando del sentimiento de triunfo que nos proporcionará el conseguir dicho resultado (o de fracaso si queremos ser negativos).

Imaginemos que estamos trabajando para hacer un túnel, por el que luego instalaremos una vía de tren. La forma más directa de proporcionarnos un sentimiento positivo, una motivación, es vernos sentados en una silla a la salida del túnel, viendo pasar los trenes. Pensar en lo mucho que ha costado, días de lluvia, rocas durísimas que nos han obligado a utilizar un equipo de explosivos, problemas de humedades y filtraciones de agua en el túnel, problemas varios que saldrán y resolverás magistralmente. Y todo esto se ha hecho gracias a ti, por esto te han puesto en este puesto, te lo has ganado a pulso.

Estás disfrutando por unos momentos del logro que conseguirás dentro de dos años, pero eres capaz de palparlo, y sientes que lo conseguirás. Es una zanahoria que te pones delante para estirar más fuerte.

Hay mucha gente que trabaja mejor con cierta presión, y cuando les falta ese estrés, no son capaces de dar lo mejor de si mismos. Generemos pues ese estrés. Imaginemos que tenemos poco trabajo, o un plazo largo, que creemos excesivo. El trabajo lo iremos haciendo, pero sin prisas. Si hacemos un planning general del trabajo, y le introducimos nuevas variables, no necesarias pero que pueden hacer el trabajo más interesante (que nos motiven más), estaremos aumentando el trabajo necesario para el proyecto, todo irá mas apretado en nuestra agenda, mejorando el resultado porque hacemos más de lo estrictamente necesario, por lo que trabajaremos mejor. Hemos aumentado la presión introduciendo variables nuevas.

De igual modo, podemos reducir el estrés centrándonos en los objetivos clave del proyecto. Para ello podemos hacer una lista de lo imprescindible, y otra de lo deseable. Nos centraremos en lo imprescindible, y veremos que el trabajo estrictamente necesario en nuestra cabeza se ha reducido, por lo que el estrés también.

También podemos separarnos del foco de estrés. Para ello, asumiremos las peores consecuencias, asumiremos que es parte de nuestro trabajo, es un riesgo intrínseco, y de ésta manera,  relativizaremos ese problema. Ya no es nuestro problema, es del puesto de trabajo que ocupamos.

Volviendo a la construcción del túnel. El plazo nos aprieta, no llegamos, el jefe nos presiona, nos pondrán una penalización etc. Toda la presión es nuestra. Exterioricemos una parte. ¿Pero cómo?

El jefe por ejemplo. Nos está presionando. Pensemos por qué lo hace.
¡¡Por que el plazo aprieta!! (Aumentamos el foco del estrés)
¡No!, nos presiona por que es su trabajo. Sólo está haciendo su trabajo. Poner esa presión es parte de sus funciones. Dejémosle que haga su trabajo, y centrémonos en el nuestro. Cada vez que recibamos presión, sabremos que sólo cumple con su deber. Separamos esa presión, la relativizamos, y deja de afectarnos de igual medida. Deja de ser un problema, y pasa a ser una parte de la rutina diaria. No es un problema aguantar la presión del jefe.

También podemos planificar los trabajos imprescindibles y apartar los deseables. Centrarnos en perforar el túnel, e instalar la vía. El resto se resuelven a medida que salgan. Ya sólo tenemos dos problemas. Las humedades o las filtraciones, se pueden prever, pero no saber con certeza, así que las solucionaremos a medida que aparezcan, pero la perforación no puede parar, al igual que la construcción de la vía. Centrémonos en ello pues. Hemos pasado de tener cinco problemas, a tener dos problemas gordos y tres secundarios.

Resumen:
Repetiremos pensamientos positivos para estirarnos hacia el objetivo, al igual que negativos para alejarnos de dónde no queremos estar.
Visualizaremos un resultado para motivarnos a seguir trabajando en algo.
Introduciremos variables para aumentar la presión o el estrés.
Relativicemos los problemas superfluos, que realmente no son un problema.
Para reducir la presión, dividiremos los problemas en imprescindibles y deseables, y nos centraremos en lo estrictamente necesario.
Asumiremos las consecuencias peores para reducir el estrés. Si ha de pasar, pasará. Y saldremos de esa, como ya lo hemos hecho otras veces. No habrá para tanto.
Hay infinidad de técnicas para aumentar o reducir nuestros sentimientos. Nuestra imaginación es una herramienta muy potente en éste sentido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario