viernes, 21 de enero de 2011

EL ARTE DE DIRIGIR

Hay muchas maneras de dirigir equipos de trabajo, unas serán mejores y otras peores, unas serán constructivas y otras destructivas, o simplemente positivas y negativas.

Como es normal, deberíamos centrarnos en una gestión constructiva y positiva.

Una definición que siempre me ha gustado:

“El arte de dirigir es hacer que cada componente del equipo haga lo que quieres que haga sin tener que decírselo, para que el mérito sea únicamente suyo”

 Y ¿Que significa esto?

Que debemos tener telepatía y control sobre las mentes de los demás, claro.

Y si no tenemos eso, tendremos que trabajar un poco más, prepararnos la reunión, ser ordenados y astutos, y antes de mandar nada, deberemos conocer bien las necesidades del proyecto y también a nuestro equipo. Luego haremos una charla conjunta (brain storming), donde se expondrán las necesidades al equipo, y esperaremos a que salgan las soluciones.

Nunca debemos decir lo que realmente queremos (que lo habremos pensado antes de la reunión), aunque ya tengamos una idea clara de ello, porque cortaremos toda iniciativa del equipo, y perderemos no sólo las ideas iniciales (que pueden hasta ser buenas), sino también las ideas que vendrán durante el desarrollo; y pasaremos de tener un equipo de “mentes pensantes” con ganas de exprimir sus ideas, motivado, competitivo y ansioso por superarse, a un equipo de “machacas” que hacen lo que les dicen a cambio de un sueldo, desmotivados y poco competitivos.

Para que las ideas aportadas por el equipo vayan en la dirección que queremos, debemos preparar la exposición inicial de las necesidades para que ellos lleguen a nuestra solución y la propongan.

 Una vez analizadas las soluciones surgidas, se descartan las menos útiles, y se focalizan las que más se parezcan a los resultados que queremos. Y dejaremos que se empiecen  a desarrollar algunos bocetos.

Luego (en otra reunión por ejemplo) iremos canalizando las soluciones hacia una sola, e iremos introduciendo nuevos retos al proyecto para dirigirlo hacia la solución que queremos. Es importante que lo canalicemos hacia donde queramos a través de nuevos retos (aunque sepamos exactamente lo que queremos), porque cada individuo se sentirá motivado por solucionar los retos planteados en lugar de desmotivado por que le damos la solución hecha, y trabajará más y mejor. Si realmente sabemos lo que queremos antes de transmitirlo, debemos tener la astucia para que cada miembro llegue a nuestra solución pareciendo que son ellos los que hayan llegado a ella.

Es como jugar a las adivinanzas sin que ellos lo sepan. Visualizamos la solución, damos datos sueltos que definan muchas partes sueltas de la solución, y el equipo debe ser capaz de encajar las piezas sueltas y formar nuestra solución.

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